
Veinte voluntarios peinan a diario los ‘súper’ en busca de productos a punto de caducar para atender a los más desfavorecidos. «Para muchos, la crisis todavía no ha acabado», advierten.
Amaia Urberuaga, una australiana de 63 años, cabello blanco como la nieve y porte fornido, es descendiente de lekeitiarras que emigraron a Australia en los años 20 del siglo pasado. Ella nació allí y no regresó a la tierra de sus antepasados hasta que cumplió 18. Trabajaba de intérprete de eventos – «me defiendo mejor en euskera y en inglés que en castellano»- hasta que metida ya en los 50 volvió a las Antípodas y dedicó seis años a recorrer su país en furgoneta. Algo debió de pasar allí, porque a su regreso decidió imprimir un giro a su vida y hacerse voluntaria del Banco de Alimentos. «Quizá por ser yo también emigrante veo las necesidades de los demás como algo propio. Lo que está pasando con los refugiados, por ejemplo, me indigna».
http://www.elcorreo.com/bizkaia/funciona-banco-alimentos-20180507155936-nt.html