
De una zona cercana a Chernobyl, estarán hasta agosto en la villa.
PLENTZIA– “No he visto a ninguna persona indiferente ante ellas. Doy las gracias por el cariño y el esfuerzo”. Las palabras son de Marina Puqnjolevskaya, una de las monitoras, junto a Gala Kasjovievich, de las niñas bielorrusas que hasta principios de agosto alegran el día a día de Plentzia.
Con sus caras risueñas, sus ojos tan vivaces y sus brazos dispuestos a dar un inmenso cariño -aunque acaben de conocer a la persona-, las pequeñas se ganan a todos los vecinos de la villa -y también de fuera-. No hay verano que se entienda sin las niñas de ojos azules y todo ello es gracias, sobre todo, a la asociación Izanik y a la parroquia.