«Es un granito de arroz, pero cuando nos contaron que tenían esta necesidad, no lo dudamos», dice el director de la fábrica de Arrigorriaga, Angel María Jiménez, «y más aún después de estos dos años en los que las familias han sufrido tanto», subraya y valora «el enorme trabajo desinteresado que realiza la institución». Esta acción se suma a la campaña ‘Seguridad Solidaria’ que la compañía lleva a cabo desde hace una década y que tiene un doble objetivo: lograr la implicación de los trabajadores en la mejora de los índices de siniestralidad y ayudar al Banco de Alimentos.
La crisis sanitaria llevó a la entidad a alcanzar números históricos y el año pasado superaron los cinco millones de kilos de productos repartidos. «La solidaridad de los vizcaínos siempre me sorprende», aseguró a EL CORREO Luis Crovetto, profesor de Historia jubilado y presidente de esta institución sin ánimo de lucro en la que a diario trabajan 176 voluntarios.
Gracias a este tipo de aportaciones podrán ofrecer alimentos congelados como pescado o carne, «y otro tipo de productos que sin cámaras frigoríficas nos sería imposible entregar. De esta forma nos aseguramos de que los alimentos lleguen en las mejores condiciones», cuenta el responsable e indica que, aunque ya están dejando atrás el huracán que supuso la pandemia, «seguimos necesitando ayuda».
En 2021 fueron más de 31.000 las personas que llegaron a depender cada día del Banco para poder poner comida en la mesa. «Hemos vuelto a los 25.400, que es la media en la que estábamos», puntualiza y añade que hay un perfil nuevo entre los que hacen uso de este servicio. «Son personas que tienen empleo, pero en condiciones tan precarias que no les da para vivir». En cuanto a los donantes, afirma que «la gente sigue siendo «muy generosa», pero también entendemos que muchos no pueden donar como antes porque están justos», dice.
